Desde su presentación en el Festival de Sundance, esta coproducción hispano-franco-estadounidense rodada en Barcelona ha sido uno de los grandes éxitos del último año cinematográfico.
El secreto de su buena acogida tanto por parte de la crítica como de la taquilla deriva en gran medida del máximo partido que saca Buried de una puesta en escena mínima que sirve a la perfección para contar una historia que se inserta en la tradición del mejor suspense, con ecos evidentes del cine de Alfred Hitchcock.
Buena parte del éxito de este largometraje de Rodrigo Cortés debe achacársele también a la soberbia interpretación de su protagonista, Ryan Reynolds, omnipresente en los 95 claustrofóbicos minutos de metraje, en su papel de contratista estadounidense secuestrado y enterrado vivo en Iraq.
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